Últimamente se está observando la presencia del occitanismo, ya no solo en el espacio de la Vasconia continental o Gascuña sino también en ciertos ámbitos culturales de la Vasconia peninsular, pasando por alto que este movimiento oculta y niega conscientemente la realidad de la sociedad soberana diferenciada -política, jurídica, lingüística, económica y cultural- de Gascuña. Además con el agravante que se trata de vascones o gascones que conforman la realidad de Vasconia.
Es una gravísima falsedad afirmar que el gascón sea un dialecto del occitano. En realidad junto con el catalán, forman una misma familia de lenguas, pero el abandono y vacío dejado por el esencialismo del nacionalismo vasco en esta parte de la Vasconia continental -que no contempla la realidad completa y soberana de la sociedad gascona o vascona- es ocupado por el expansionismo de la ajena doctrina occitanista. En todo caso propia de Occitania, no de Gascuña o Vasconia. Al hegemonísmo francés no le disgusta que el occitanismo reemplace al patriotismo vascón.
En vez de fortalecer las relaciones entre ambas realidades pirenaicas sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo, se está negando, con arteros procedimientos, la realidad política de la sociedad vascona. En ningún caso es comparable la entelequia importada de Occitania con la existencia objetiva de Vasconia, realidad esta desde tiempo inmemorial, preexistente a la provincia romana de Novempopulania y posterior ducado de Vasconia.
Se oculta también la heroica resistencia de la sociedad vascona a las conquistas francesas de 1453, 1621 y 1653, la constitución de la Vasconia independiente en el siglo VI, evolucionada al Estado o Reino navarro en el siglo IX, y que conformó el moderno Estado de Navarra de 1479 a 1621, que mantuvo las instituciones de la independencia hasta la edad contemporánea, hasta 1789 en el norte y 1841 al sur de la frontera impuesta que nos separa.
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