Polémica déspota, sin cultura ni libertad.
Los símbolos de un país, como la bandera, no son en realidad más que la punta del iceberg, ya que lo más importante es todo lo que está debajo y por ello no se ve a simple vista. Así, Oloriz, Altadill, Campión, eran famosos por sus respectivas aportaciones culturales, no precisamente por la bandera. El año 1910, fueron consultados sobre cómo debía de ser la bandera por la Diputación de Navarra, que entonces estaba preparando el séptimo centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, porque aquellos eran miembros de la Comisión de Monumentos de Navarra y de la comisión organizadora del citado centenario. En aquel ambiente, era quizás lógico que los tres optaran por reflejar el mito de las cadenas -que por cierto fue científicamente desmontado de inmediato en 1912 por Ambrosio Huici- al tiempo que preterían al verdadero símbolo de Navarra, el de la Navarra libre e independiente, el del carbunclo pomelado dorado sobre fondo rojo, reflejado siempre en la documentación, bibliotecas, archivos y monumentos – museos, catedrales, palacios, iglesias…- existentes tanto en Navarra como en el extranjero. Representación tan antigua como las más antiguas del resto de los Estados o reinos europeos, exhibida con motivo de las reuniones a nivel europeo, embajadas diplomáticas, militares, tratados, universidades, alianzas o concilios de la cristiandad, utilizado de forma general hasta que en la zona dominada por la Corona española, se fue introduciendo a partir de la segunda mitad del siglo XVI la reinterpretación del escudo con el mito de las cadenas, relacionado fraudulentamente con la citada batalla en Andalucía contra los musulmanes del año 1212. Los tres ahora honrados, con la medalla de oro de Navarra, tienen méritos más que suficientes, pero no por la bandera, sino por sus ingentes trabajos, aportados generosamente al mejor conocimiento de Navarra en diversos campos: filología, lingüística, euskara, historia, arqueología, derecho, literatura… Así Arturo Campión y Hermilio de Oloriz se distinguen desde 1876 por su aportación histórica, su trabajo en la Asociación Euskara, durante 1893-4 en la gamazada, en1903 en erigir el Monumento a los Fueros, Oloriz en 1918 por el movimiento en pro de la la reivindicación general de la reinstauración foral plena de la cual ahora se iniciará el centenario, Julio Altadill por su geografía general o el minucioso inventario del estado delos castillos de Navarra. Arturo Campión por su gramática de los cuatro dialectos del euskara, sus Euskarianas, Navarra en su vida Histórica… Sin embargo, tras la pérdida de los tres, se produce un corte brutal, no pudieron traspasar los testigos de su labor a las nuevas generaciones, pues los golpismos militares españoles de los años 20 y 30 del siglo XX y el absolutismo triunfante desde entonces lo han impedido. La cruzada contra la libertad iniciada en 1814, seguida de un siglo de guerras liberticidas: realista, carlistas, desmantelamiento de la Constitución Navarra y del sistema jurídico navarro en 1841, Gamazada, y que culminan en 1923 con la imposición de la dictadura de Primo de Rivera y con el genocidio de 1936.La realidad es que desde entonces se continúa con la ocultación, negación y eliminación de la memoria de estos tres maestros y de sus trabajos. La cultura no se puede disociar ni enfrentar a la libertad, ambas son complementarias y además mutuamente las mejores aliadas. En resumen, es prácticamente imposible entender las posiciones de las distintas fuerzas políticas actuantes ahora, incluidas las posturas adoptadas con las banderas, sin tener en cuenta la conquista continuada, así como la consiguiente subordinación y negación de la libertad y la cultura a la sociedad navarra. Coinciden en la práctica, aunque aparenten lo contrario, por diferentes motivos, de un lado los continuadores de la conquista de Navarra yde otro los del seudo nacionalismo, en una misma negación, la de ocultar la realidad de la conquista continuada de la sociedad navarra y de su Estado navarro -el único que tienen todos los vascos- así como en que ambas partes, faltando a la verdad, aseguran que Navarra no es más que una mera provincia, ya sea de España para la primera, ya del zazpiak bat para la segunda. Pero repito, lo verdaderamente necesario e imprescindible es el conocimiento que, gracias a estos tres sabios patriotas navarros, tenemos de la verdad cultural e histórica, para la libertad de los navarros y navarras. Coincide que estos homenajeados son de extracción liberal, no carlista ni absolutista, reflejo como otros muchos de la Navarra liberal, la de la Ilustración, plural y tolerante, que muy a pesar de los enemigos de la libertad, ha existido y existe. Mientras hoy los recalcitrantes adversarios de la libertad, en su osadía, pretenden camuflarse de lo que en el fondo más odian: libertad, igualdad o democracia, cuando la realidad es -sin que puedan evitarlo- que se siguen manifestando por sus hechos, absolutistas, esencialistas, clasistas, déspotas y reaccionarios. Aunque ellos, y otros muchos, nos dejaron formidables y hermosos referentes, verdaderos faros a la vista de todas y todos, como el Monumento a los Fueros del año 1903, auténtico Monumento a la libertad de Navarra, cuyos textos son de Hermilio de Olóriz, y que según estableció él allí, simboliza «la unión de los navarros [y navarras]en la defensa de sus libertades, libertades aún más dignas de amor que la propia vida” o la construcción del monumento a la independencia de Navarra en Amaiur el año 1922, todavía se sigue ocultando lo que ellos descubrieron de la cultura navarra. ¿Cuando se va a reanudar la imprescindible labor, por las inseparables cultura y libertad navarras, violentamente cesada tras su muerte?
Tomás Urzainqui Mina.