La equidistancia en el relato histórico

0

POR PEDRO ESARTE MUNIAIN

Un artículo de Ángel García Sanz titulado Memoria histórica y olvido de la historia (DIARIO DE NOTICIAS, 16-9) trata de la propensión de las personas para alcanzar calidad al escribir sobre nuestra Historia, y firma con la apostilla Universidad Pública.

Distingue García Sanz entre Historia y memoria e historia de la memoria, pero mi poca afición a discutir del sexo de los ángeles, me impide entrar a valorar sus cualidades. Pero sí extraño que se defina la memoria como “instrumentalización política del pasado por el presente que con frecuencia se pretende legitimar o deslegitimar utilizando el pasado”. Solo quiero recordarle que lo afirmado, aunque su intención sea otra, tiene más que ver con lo que se ha hecho desde los cargos de las universidades, aunque inversamente a través de los tiempos. Es decir, utilizar el presente para dar la imagen al pasado.

Y así, tengo a bien recoger uno de sus párrafos menos engorrosos: “se corre el peligro de que algunas políticas de memoria quieran imponer una Historia más o menos sesgada y en suma poco científica, debido sobre todo a que van acompañadas por silencios explícitos sobre diversos temas, la indiferencia o desatención hacia otros, y en definitiva, por políticas de silencio”, texto que, a su pesar, corrobora la constatación de haber visto a casi toda la intelectualidad navarra volcarse con el dinero y apoyo oficial, a favor de silenciar todo aquello que no fuera su versión politizada.

Y ese párrafo lo afirma quien abrió y celebró un doctorado Doctor en Historia por la Universidad Pública de Navarra con la tesis del historial de Alduides versus Roncal. Navarra y los proyectos del ferrocarril transpirenaico editado por la propia Universidad Pública de Navarra. La tesis es una mala y tergiversada copia sobre el trabajo de otro autor 12 años antes y que el doctor García Sanz conocía. Tal es así, que fue recogido como nota curiosa en DIARIO DE NOTICIAS, en el apartado que titula como Sentencias (28-8-2003): “¿Sabía que la última tesis sobre el proyecto de ferrocarril transpirenaico fue publicada en 1982 por el historiador Pedro Esarte con las mismas conclusiones?

Así que mejor callar que hablar de diferentes memorias, cuando todos atendemos a la propia. Si no, dígame el señor García Sanz a qué memoria se atiene en su trabajo La irregularidad del proceso de nacionalización española en Navarra. La difícil integración del napartismo (1910-1923) (en España Res Pública, Nacionalización española e identidades en conflicto, año 2013), cuando obvia en dicho trabajo mencionar el dato del movimiento municipalista vivido en Navarra esos años, donde los ayuntamientos acordaron pedir la anulación de las leyes conducentes a la de 1841 (es decir, pidiendo prácticamente la independencia), y que fue aprobada por acuerdos de una mayoría de ayuntamientos el año 1918, Pamplona a su cabeza.

Y también le diré que en la universidad que acompaña su firma no se enseña la verdad en muchos aspectos de la Historia, en razón a tesis como la citada sobre el ferrocarril de los Alduides, la batalla de las Navas de Tolosa (cuestionada por Ambrosio Huici Miranda -Pamiela, 2011), y con versiones como que Carlos II de Navarra ajustició a delincuentes (cuando lo hizo a los últimos resistentes de los infanzones), que había división militar en Navarra al tiempo de la conquista, que Fernando el Católico respetó a Navarra, que Carlos V de Alemania juró los fueros de Navarra en 1516, que la mayoría de los combatientes en Amaiur eran navarros, que se pactó en 1515, en 1841, en 1876 y en los convenios económicos, El Amejoramiento, etcétera, y que se dice que se siguen pactando actualmente.

No voy a contestarle sobre hechos más recientes que cita y también envuelve en el sucio discurso de memorias, ya que el tema tendrá otros destinatarios, pero resulta de cierta vileza escribir arrogándose la equidistancia y la neutralidad virginal en asuntos como estos.

Me voy a permitir darle una receta de humildad: José Mª Lacarra llegó a catedrático de la Historia de España el año 1972 con El Juramento de los reyes de Navarra (1234-1329). En el prólogo de su discurso dejó bien definido lo que sentía como ser humano. En cita a Ramón de Abadal, y que hace suya, Lacarra escribió en el prólogo de su obra esta definición:

Si la historiografía como investigación puede tener un aire científico, en su aspecto resolutorio es más bien un arte, el arte de interpretar la vida del hombre en el pasado, y el progreso de la historiografía consiste en ir afinando esta interpretación, acercándola a la que haya podido ser la realidad histórica. Como historiador dedicado al estudio de su propio país, que tanto amaba, conocía muy bien lo difícil que resulta sustraerse personalmente al ambiente social, político, intelectual, del tiempo en que se vive y escribe, para situarse en el del tiempo que se trata de historiar.

Y sostiene Lacarra que: “Los historiadores somos hombres que vivimos en el ambiente de nuestro tiempo, que nos apasionamos con sus sentimientos y sus ideologías, que respiramos su tono cultural; pretender, contra esto, una asepsia absoluta, y con ella la obtención de la suspirada objetividad perfecta, es un mito. La historiografía tendrá como finalidad última obtener esta objetividad, podrá acercarse a ella cada vez más, pero nunca llegará a conseguirla; siempre en toda producción historiográfica habrá una parte de la persona del historiador. No tan sólo de su pasión, sino de su contextura espiritual actual”.

Lacarra halló más atención en época franquista que la que se ha ido dado en estos años por los post franquistas navarros. Descanse en paz.

Publicado en Diario de Noticias

Share.