Las tropas de Castilla que tomaron Amaiur

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POR PEDRO ESARTE MUNIAIN

A sabiendas o por desconocimiento se ha venido dando pábulo a la existencia en Navarra de dos sociedades enfrentadas, e incursas en una denominada guerra civil durante 100 años, que sería una razón que justificaría la intervención de Castilla a favor de uno de los bandos, que culminaría con la ocupación de 1512. El asunto es tanto más destacable, por cuanto se basa en una falsedad interesada, dando valor de hechos veraces a simples conjeturas que mantienen quienes yerran, mienten, falsean o simplemente desconocen los hechos. Lo que no es baladí por cuando se implican gentes con titulaciones académicas que desarrollan su actividad en la enseñanza o en cargos de responsabilidad pública.

Esta situación se acrecentó en tiempo de la dictadura y se desarrolló por los gobiernos posteriores, como aplicación de una política de adoctrinamiento que ha llegado al presente institucionalizada, con rango de normalidad en todos los ámbitos educativos.

Así, es posible leer un reportaje en DIARIO DE NOTICIAS de 18 de agosto (Mirarte p. 59), reportaje de Iñaki Mendizabal, que pone en boca de Aitor Pescador que “resta hombres a la soldadesca castellana, que en ocasiones ha sido inflada hasta los 10.000 efectivos”, y basa su opinión en cifras de Peio Monteano: “Monteano habla de 600 jinetes acorazados y unos 4.000 infantes, de ellos 1.500 castellanos y 2.500 navarros beamonteses…”. Es decir, que de un total de 4.600 efectivos, 2.500 serían “navarros beamonteses”. Mi sorpresa al leerlo fue grande, si tenemos en cuenta que las cifras que detallé en mi libro sobre la conquista fueron obtenidas documentalmente, capitanía por capitanía, sumando unos 6.200 soldados regulares castellanos, de cuota y armas, además de los 360 gentiles hombres de la guardia propia del virrey conde de Miranda, cuya suma supera los 1.500 que el periodista atribuye a Monteano y Pescador. Documentación que cita las compañías castellanas estacionadas en Navarra (Idoate contabiliza unos 6.200 soldados), como las de Juan de Tovar, el conde de Alba de Liste, de Meneses de Bobadilla, del conde de Cifuentes, de Hernando Enríquez, Pero Vélez, Diego Hurtado, Luis Herrera y Gómez de Agraz. Además de la caballería (unos 1.088 hombres), la infantería vieja (entre otros Pizarro), las tropas de las fortalezas de Estella e Irun. O la infantería nueva (otros 1.141 hombres). Más las gentes de la fortaleza de Pamplona, aportadas por Castilla (unos 1.803 soldados) distribuidos entre veinte capitanías.

A ellos se suman navarros como capitanes de compañías bajo el mando castellano (ya para el año 1513 juraron como capitanes de Castilla “al estilo de España” Góngora, Donamaría y Esparza) conformando sus mandos con soldados de cuota, todos bajo la obediencia al virrey castellano. Finalizan las tropas estacionadas en Navarra con las dieciocho compañías que participaron desde la retaguardia. Todas compañías estables y llegadas desde Logroño, Aragón o Gipuzkoa.

¿DE DÓNDE SALEN LOS BEAMONTESES NAVARROS?

En cuanto a los 2.500 beamonteses, he de decir que no existieron. Hay tres personajes, Ursua, Iturbide y Echaide (se les cita como “gente que está hecha por conducta del reino”), de quienes se esperaba que aportaran 100 hombres cada uno. Sin embargo, el capitán Ursua (de quien se dice era “aficionado a Castilla”) solo llegó a juntar una veintena de parientes y allegados que se dedicaron a hacer tareas de espías; Iturbide solo anduvo en correrías y saqueos con una quincena de parientes suyos y lacayos, y de Echaide no se conoce que siquiera llegara a juntar hombres para la campaña. Los supuestos 2.500 beamonteses hay que bajarlos a cero. Hay dos capitanías de los Beaumont, pero se constataron como compañías de obediencia al virrey y servicio armado al estilo de España, e incluso estaban nutridas con gentes foráneas.

¿QUÉ HICIERON LOS NAVARROS?

Quedaría, pues, relatar la forma en que fueron reclutados los navarros y a qué se dedicaron. El virrey hizo llamada al servicio obligatoria, conforme correspondía hacer al reino. Se llamó a todos los señores para que acudieran con sus lacayos, y a los pueblos para que alistaran a los vecinos al servicio obligado al reino de tres días a su costa, con la promesa de que los demás días se les pagaría. Tras ese procedimiento, ¿cómo separar entre los vecinos obligados, los agramonteses de los beamonteses? En cuanto a los lacayos de los señores llamados (de obligada asistencia también), quedó constancia de que fueron dedicados al acarreo y arrastre de la artillería, vituallas, abastecimientos y útiles necesarios, pues hay que tener en cuenta que los, cuando menos, 6.560 soldados necesitaban el apoyo logístico del acarreo, tarea que se encomendó a los navarros llamados a acudir como obligación de servir al reino. No hay un solo dato de que se armara a esos vecinos, ni que se de noticia de algún acto heroico de ningún navarro, cuando al ocupante le hubiera gustado resaltarlo. Tenemos también una lista de 5 docenas de heridos que se halla en Simancas, que fueron atendidos después de concluida la toma de la fortaleza de Amaiur en el hospital de campaña instalado, sin que haya navarro alguno entre los nombres de ellos.

Esta es pues una síntesis del paso de las tropas castellanas por Amaiur, y de la forma que asistieron los navarros que fueron obligados por los ocupantes, sin que haya cita ni referencia alguna de que participaran en combate. Y es que la existencia de beamonteses y agramonteses no está documentada por datos de la época, ni por autores coetáneos, ni consta en los archivos de Castilla, Aragón y Navarra correspondientes a los siglos XV y XVI. Ni era el sistema de diferentes obediencias, la que distinguía a la forma de regir a los Trastámara. Pero de eso hablaremos otro día.

Publicado en Diario de Noticias

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