Manifiesto de Tudela, por la independencia de las naciones pirenaicas, Navarra y Catalunya.
En la ciudad de Tudela, 22 de febrero de 2014, los firmantes reunidos, tratamos
de los problemas que nos son comunes a nuestras respectivas sociedades pirenaicas, la
navarra, incluida euskal-herria y toda Vasconia, y la catalana de todos los Paisos
Catalans. Aunque ahora el ambiente social y los ritmos democráticos
autodeterminativos, de momento, no están al mismo nivel en nuestras respectivas
sociedades, sí que existen importantes puntos comunes y otros, aunque no coincidentes
del todo, que son sustancialmente complementarios. A todos nos mueve la radical
defensa de la democracia y del derecho, especialmente en este tiempo, cuando ha
comenzado el ejercicio inmediato del derecho humano a la libre decisión y
autodeterminación por las sociedades nacionales todavía privadas de su libertad y
estatalidad por la conquista continuada que padecen en la Europa occidental. Partimos
de la base de que navarros-vascos y catalanes, junto con riojanos, aragoneses, gascones,
occitanos y otros, compartimos el viejo solar geográfico y humano de la cordillera
pirenaica y sus cuencas fluviales hacia el Atlántico y hacia el Mediterráneo, incluidas
las del Garona y del Ebro. Consideramos necesario este documento porque vemos que,
partiendo de los derechos democráticos a decidir y a la libre determinación, se debe
poner en primer término la existencia también actual de los derechos civiles y políticos
de la ciudadanía de nuestros respectivos Estados hoy hibernados, por hallarse
continuadamente conquistados y negados. Nos es común el Derecho Pirenaico, basado
en la libertad civil en buena parte de las instituciones de las naciones que compartimos
la cordillera y sus cuencas. Las conquistas que padecemos suponen la subordinación,
minoración y la división de las sociedades pirenaicas mediante fronteras impuestas,
administrativas y estatales.
Jaume I, en su libro ”Els Fets”, relata el encuentro de Tudela, donde los
representantes de Navarra y de la Corona aragonesa – al igual que hoy hacemos – se
reunieron, encabezados respectivamente por el rey Sancho VII y el rey Jaume I, para,
tras las conquistas ya iniciadas, como la de 1200 en la Navarra marítima y la hecatombe
de 1213 en Muret, acordar el 2 de febrero de 1231 las medidas a adoptar conducentes a
hacer frente a las agresiones de que eran víctimas ambos Estados pirenaicos. En aquella
época el primado de la Tarraconense, y antes obispo de Pamplona, Esparreg de la Barca,
natural de Montpellier, tuvo que hacer frente hasta en Roma a las pretensiones
hegemonistas castellanas y a las cruzadas francas.
Los testimonios sobre la unidad de las gentes de los Pirineos son numerosos,
entre los que recogemos los siguientes: En el siglo XV, Carlos príncipe de Viana, rey de
Navarra perseguido por su padre Juan II, fue aclamado por el pueblo de Barcelona y sus
instituciones como rey frente al citado tirano Juan II y a su hijo Fernando el Católico.
Los escritores navarros Arturo Campión y Juan Iturralde y Suit participaron en los actos
organizados en Barcelona a partir de 1881, resaltando la comunidad de intereses entre
Navarra y Catalunya. En la gran movilización unitaria y popular de la Gamazada, 1893
– 1894, en defensa de los Fueros navarros, el pueblo catalán expresó públicamente su
solidaridad con Navarra y estuvieron en los actos organizados en ella representantes
catalanes. El etnógrafo Ramón Violant I Simorra recoge en su obra la realidad de la
milenaria comunidad cultural pirenaica. El poeta Joan Maragall cantó la unidad humana
de los pueblos de los Pirineos.
Somos conscientes de la situación de permanente subordinación que
padecen los pueblos pirenaicos, como consecuencia de las conquistas continuadas sobre
las naciones del istmo pirenaico, iniciadas principalmente en 1135, 1175, 1200, 1453,
1512, 1620 para el caso de Navarra y 1714 para Catalunya, efectuadas por Castilla, que
pretende monopolizar una idealizada geografía de la península, y por Francia en el
continente. El tiempo transcurrido – lejos de absorber por completo – no logra borrar los
efectos de las invasiones, que se acentúan con las actuaciones negacionistas y
expoliadoras -especialmente fiscales también con los cupos desproporcionados y sin
contrapartidas equivalentes- hoy agravadas por el poder impuesto -político, cultural,
económico y religioso – que continúa usurpando el ejercicio normal de los derechos
democráticos civiles y políticos a estas sociedades. La Unión Europea no puede mirar
hacia otro lado, ante el conflicto político existente en el ámbito pirenaico, por la
obstinada actitud hegemonista de dos de sus Estados miembros.
Ahora, al constatar que la irracional conquista continúa sobre Navarra y
Catalunya, así como en los demás pueblos pirenaicos, manifestándose en la
antidemocrática subordinación al desorden institutonalizado del Estado conquistador,
juzgamos que la solidaridad verdadera comienza con el reconocimiento y apoyo a la
recuperación de la libertad recíproca, y por ello desde nuestra sincera reflexión hacemos
un llamamiento a los ciudadanos y ciudadanas de los países pirenaicos, en especial de
Navarra y Catalunya, para que en fraternal complicidad unan sus fuerzas por la
independencia.
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